viernes, 12 de marzo de 2010

Presentación del libro "Robinson Crusoe ya tiene celular", de Rosalía Winocour

Con este texto participé (junto con Luis Alberto Quevedo, Alejandro Grimson y la autora) de la presentación del libro, el 9 de marzo de 2010, en el IDAE

Hace unos años, en el 2005, le había comentado a una amiga, eminente psiquiatra y recelosa de las “nuevas” tecnologías, que los expertos estimaban que para el año 2010 los teléfonos de línea habían sido eliminados a favor de los celulares. Ella se mostró desolada: “¡Se va otro aparato que reunía a la familia!”, exclamó.

Creo que la experiencia de todos nosotros, sobre todo la de los inmigrantes digitales, indica que el teléfono fijo es y era también un factor de disputas familiares por su uso. Por esto me puso muy feliz leer el libro de Rosalía, que privilegia el ámbito doméstico como contexto de estudio del consumo de Internet y del celular y demuestra la función de las TIC como base de una red de rutinas familiares y conexiones de viejos y nuevos medios. Las TIC, lejos de añorar el nucleamiento de la familia en torno a un aparato, promueven una red móvil de contactos constantes y transfronterizos que mantienen unidas a las relaciones afectivas.

De hecho, mientras escribía estos párrafos, charlaba por Skype con mis sobrinos en Barcelona (una también es multitasking) y veía a su hijita, que cumplía 7 meses, con fondo de tormenta de nieve. Festejamos virtualmente. ¿Que familia de emigrantes pre digitales podía compartir estos momentos en tiempo real?

El título “Robinson Crusoe ya tiene celular” define este libro: si uno está dotado de conectividad, el aislamiento puede ser ya sólo físico. Cuando terminé de leer el libro, y en busca de un náufrago más actual, vi nuevamente “Náufrago”, la película de Robert Zemeckis, genialmente actuada por Tom Hanks. Esta película describe la necesidad de comunicación del ser humano: si está aislado, inventa otro ser al que le puede relatar su cotidianeidad, con el que puede comunicarse aunque sea imaginariamente, e investirlo de humanidad, en este caso, la pelota Wilson.

Al igual que el personaje de Hanks, el uso de las TIC para la comunicación es totalmente funcional a la necesidad de estar conectado con otros seres. No se trata tanto de la importancia de LO QUE SE DICE, del contenido de lo que se comunica, sino de la comunicación por si misma. Rosalía se pregunta “¿Por qué se ha vuelto tan perentorio, indispensable y trascendente estar comunicado a todas horas y en todos los lugares?”. Probablemente por un incremento de angustia urbana: grandes aglomeraciones, multitudes, distancias, inseguridad, anomia. Las multitudes pueden ser tan aislantes, en lo subjetivo, como la soledad del naufrago en una isla desierta. Seria interesante hacer un estudio comparativo de frecuencias y modo de usos del celular y las TIC en general en localidades de diversos tamaños y número de habitantes.

Estas redes de comunicación difieren, como bien expresa la autora, entre el mundo de Internet y el de la telefonía celular: mientras el primero resulta prácticamente ilimitado, y da paso a nuevos contactos, el mundo celular se circunscribe a familia, amigos, relaciones laborales: lo ya conocido. Se le da el mail a todo el mundo, pero el número del celular, solo a unos pocos. La intrusión en la privacidad puede manejarse desde la pantalla, pero la intrusión del teléfono es imperiosa, disruptiva.

Por eso quizás, y no solo por su menor costo, se recurre a los mensajitos: menos disruptivos, dado que no es necesario responder inmediatamente, se reservan para una intimidad mayor: seria considerado irrespetuoso utilizarlos en cuestiones formales de trabajo. Se ha creado pragmáticamente una etiqueta de la comunicación por celular, tal como se había establecido la netiquette en los años 1990s, que incluye graduaciones entre llamadas, mensajes y envíos de otros contenidos, como fotos y música.

También se ha generado una nueva forma literaria: el SMS, que como un haiku, debe concentrar en pocas palabras las urgencias, pasiones, humores, propuestas y encuentros. El SMS se ha vuelto un verdadero arte, no sólo por las habilidades y rapidez que requiere, sino por su demanda de concentración de contenidos simbólicos afectivos, prácticos o políticos, del poder de la palabra su transmisión a muchos, a veces transnacionalmente.

Otra de las muchas ideas interesantes que presenta el libro es el estudio de la mutua determinación entre usuarios y tecnologías, del rol protagónico del usuario en los usos no previstos originalmente por quienes concibieron estas tecnologías.

Por último, he reconocido en el libro de Rosalía el sabor defensivo que usamos algunos de los cientistas sociales que trabajamos sobre las TIC. De la misma manera en que algunos justifican la existencia de los negros con “… Pero hacen muy buen jazz”, o de los judíos diciendo “… Pero han producido muchos premios Nobel”, algunos estudiosos de la Sociedad del Conocimiento nos sentimos aún con el deber de demostrar que las TIC no inducen al individualismo extremo, ni producen autismo, ni graves enfermedades sociales, ni licuifican la sociedad. Antes bien, nos enfocamos, aun tímidamente, sobre la justificación de sus potencialidades como factores de educación, de integración familiar y social, de organización política.

Esperemos que, al tiempo que se multiplican los libros como éste, basados en una fuerte investigación de campo y en sólidas reflexiones, vaya decreciendo esta cuasi culposa necesidad de defender las positividades de las TIC.

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